lunes, 7 de noviembre de 2011

Ganar dinero confiando en desconocidos

Cloudliving es una vida P2P, una red persona a persona, y no solo ordenador a ordenador. Una vida en la que se tiene solo lo que se necesita y lo que no, se sube a la nube para que otro lo aproveche optimizando el uso de los recursos existentes. Una vuelta a los sistemas más primitivos de intercambio sin sacrificar en absoluto los niveles de calidad de vida alcanzados ni la capacidad de elección entre productos”.

El párrafo anterior es un corta y pega de un texto que publicamos en febrero sobre el consumo colaborativo. Una tendencia consistente en usar internet como una nube en la que transformar tus activos en dinero.

La misma semana en que se publicaron esas líneas, Airbnb —un servicio online que pone en contacto a viajeros que buscan alojamiento con propietarios que alquilan una habitación vacía o su vivienda completa cuando están ausentes— alcanzó la cifra de un millón de noches reservadas. Dos meses después, esta misma empresa fue valorada en 1.000 millones de dólares. Y en julio ya se habían reservado dos millones de noches a través de la plataforma. Números suficientes como para empezar a preguntarnos si el consumo colaborativo es solo una tendencia o si se trata de una nueva cultura que pronto podría ser mayoritaria.

Habrá que esperar para conocer la respuesta. Pero si entendemos una tendencia como una idea o una fuerza que se inclina en una dirección, resulta más fácil intentar comprender de dónde viene que adivinar a dónde va.



El consumismo extremo —consumismo, del latín ‘consumĕre’, significa gastar o destruir—, en un contexto económico como el actual puede haber sido uno de los aceleradores, ya que una gran masa de bienes con poco uso conviven con la creciente necesidad de obtener ingresos. La rápida penetración de los smartphones, la tecnología de geolocalización y las redes sociales han facilitado que el proceso de intercambio sea por primera vez suficientemente ágil. Y, tal vez, la reciente conciencia ecológica haya sido un elemento motivante para fomentar el aprovechamiento de los recursos. Pero lo que resulta digno de estudiar en el origen de esta tendencia es la posición central que ocupa el concepto de confianza y la manera de entenderla y de construirla en el entorno online.

A través de la tecnología y la cultura digital, estos nuevos modelos de empresa han sido capaces de crear sistemas de confianza tan firmes y estables como para que millones de personas confíen en millones de desconocidos, para que un propietario neoyorquino se vaya tranquilo de vacaciones habiendo confiado las llaves de su apartamento a una pareja de viajeros santanderinos o para que un veterano conductor le preste su Audi durante un fin de semana a un joven al que no había visto en su vida.

Ilustración extraída de la infografía interactiva futureofcarsharing.com

Toda relación de confianza está basada en el afecto o en el conocimiento. Pero si se trata, por ejemplo, de prestar tu coche a un extraño —algo que ya se puede hacer en España a través de empresas como movomovo.com o socialcar.com— el afecto y el conocimiento parten de cero.

Por eso este tipo de empresas se ha preocupado por crear mecanismos que reducen la percepción de riesgo. La conexión con redes sociales permite verificar la identidad de los inscritos en estas nuevas plataformas, y las evaluaciones entre usuarios después de cada transacción contribuyen a formar la reputación de cada uno de ellos, lo que les obliga a comportarse adecuadamente si pretenden mantener sus niveles de confianza y seguir sacando provecho del servicio. Se da, por tanto, un sistema de relaciones similar al que podría haber entre vecinos del mismo barrio trasladado a un entorno online. Solo que en lugar de compartir un libro o una pizca de sal, comparten un sofá donde pasar la noche (couchsurfing.org), un jardín donde acampar (campinmygarden.com), una parcela donde dejar una autocaravana (caravanio.com), una habitación o un apartamento completo (airbnb.com, housetrip.com, 9flats.com), parte del ancho de banda Wi-Fi (fon.com) o, incluso, dinero (comunitae.com).

El CEO y cofundador de Airbnb, consciente del valor estratégico que tiene la confianza para su negocio, utilizó otra técnica para construirla: la demostración. Brian Chesky abandonó su casa durante 6 meses para vivir temporalmente en 30 de las viviendas ofrecidas por usuarios de la comunidad que él mismo había creado. Nada mejor que probar tu propia medicina para demostrar públicamente que funciona.




Este artículo ha sido publicado en la revista Ling, en noviembre de 2011.

martes, 1 de noviembre de 2011

¿Qué te viene a la cabeza si te digo “El Cairo”?

Juguemos.

Sin pararte a pensar demasiado (y sin seguir leyendo), escribe en los comentarios las 5 primeras palabras que te vengan a la mente relacionadas con la capital de Egipto.

Ante esta pregunta probablemente muchos de nosotros habremos pensado en pirámides, faraones, esfinges, jeroglíficos o arena. Si hacemos este experimento con diseñadores gráficos y amantes de la tipografía de todo el mundo, ¿qué responderían?

Esto es, más o menos, lo que está haciendo el colectivo Neue en el website showusyourtype.com. Tres Directoras de Arte en Publicidad iniciaron en enero de 2010 un proyecto sobre dos cosas que les encantan: la tipografía y las ciudades. Desde su site proponen regularmente como desafío representar una ciudad concreta y cientos de participantes envían su visión de esa urbe a través de un cartel. El único requisito que deben cumplir es utilizar el nombre de esa ciudad.

La libertad creativa de los participantes convierte este ejercicio en un radar que detecta los significados a los que se asocia cada lugar. Una estructura similar al juego con el que hemos empezado, pero con un grado de sofisticación bastante mayor.

Tanto si eres participante como si entras sólo a curiosear, Show us your type es una ventana hacia un pequeño viaje imaginario, donde puedes encontrarte con perspectivas parecidas a la tuya, absolutamente diferentes, representaciones previsibles o visiones inesperadas. Un auténtico viaje de percepciones.

Por el momento, ya han sido exploradas Nueva York, Barcelona, Berlin, Hong Kong, Kingston y, la última en publicarse en su web, El Cairo.

- ¿Cómo ven El Cairo los diseñadores?

Aunque el valor artístico, estético o tipográfico de los trabajos es indudable, en cierta forma, sus percepciones no distan demasiado de la que podríamos tener cualquiera de nosotros. Prueba de ello es que hemos podido contabilizar 41 alusiones a pirámides, 10 a jeroglíficos y 9 a esfinges o faraones entre los 100 carteles seleccionados para exponer online. Al fin y al cabo, todos vivimos en el mismo planeta.

Pero dicen los creativos que de la cantidad surgen la calidad y las conexiones inesperadas. Por supuesto, en esta selección también hay visiones mucho más particulares:


- La Revolución Egipcia

Superponer un rostro faraónico a la figura del Che podría haberse interpretado en otro contexto, por ejemplo, como la “souvenirización” de la cultura, pero la frase “la revolución ha sido televisada” no lleva a equívocos: por la cabeza del diseñador Carlitos Adán (Mallorca) seguramente debieron de cruzar imágenes de los manifestantes en la Plaza de la Liberación, que en febrero de 2011 celebraron la renuncia del que había sido presidente de Egipto durante cerca de 30 años, Hosni Mubarak.

La combinación de estos tres significados (Che, faraón y cita) provoca una conexión inesperada, un significado radicalmente nuevo.

Quién les iba a decir a Ernesto Guevara, por muchos kilómetros que hizo en sus viajes, o al músico americano Gil Scott-Heron, autor de “The revolution will not be televised”, que sus vidas y obras acabarían siendo utilizadas como iconos para resumir una visión tan personal sobre El Cairo.

- Going to Cairo, el videojuego

Otra interesante combinación es la que presenta Iván Moreno (Cork), contextualizando El Cairo en la estética y el formato propios de los arcaicos cartuchos de Nintendo. Una representación con interpretaciones mucho más abiertas que la anterior. ¿Se ha convertido El Cairo en el escenario de ficción de un videojuego del pasado?, ¿viajar allí es una experiencia similar a una aventura gráfica?, ¿hacer turismo es comparable a transportarte a una realidad virtual?

Una de las cosas buenas de Show us your type es que, si queremos preguntar algo a los autores, podemos ponernos fácilmente en contacto con ellos.

- Camel no viene de El Cairo

Raphael Freire (Barcelona) eligió para su cartel una tipografía que recuerda a las cajetillas de Camel, una marca de tabaco que, en contra de lo que todos podríamos creer, no tiene nada que ver con la ciudad. En realidad, estos cigarrillos proceden de Turquía y Virginia, pero es cierto que el dromedario -que no camello-, las palmeras y la pirámide de la conocida ilustración de la marca nos hacen pensar lo contrario.

- “También tenemos playas”

Un diseñador de Mendoza, bajo el pseudónimo “oveja” presenta una imagen en la que un triángulo puede ser interpretado como una pirámide, o como un bikini, según se mire. Aunque lo que de verdad sorprende es su afirmación: “también tenemos playas”. Desde tan lejos, tal vez la realidad se vea un poco distorsionada, ya que la más cercana se encuentra a casi 150km.

Oveja / Mendoza

- La belleza no necesita explicación

Cuando viajamos, a veces necesitamos satisfacer nuestra curiosidad, leer guías o escuchar a nativos qué historias hay detrás de las piedras. Deseamos ver lo que no se ve. Otras veces, simplemente disfrutamos del placer de observar lo que tenemos delante.

Esto último es lo que te podría pasar al tropezarte con las aparentemente sencillas letras momificadas de Stefanos Pothimidis (Tesalónica). Una experiencia subjetiva en la que los elementos sencillamente parecen vivir en equilibrio.

- Próxima parada, Melbourne

Destino abierto a la participación hasta el 23 de noviembre. Si a primera vista no te viene gran cosa a la cabeza, abre una ventana en el navegador y comienza a observar. Tu viaje acaba de empezar.



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